10/05/2007

Es el caso de hablar

Cuando leo este poema de Miguel Angel Asturias (Premio Nobel de Literatura 1967) (orgullozamente guatemalteco), vienen a mi mente muchos recuerdos gratos de mi infancia, principalmente de mi madre, repitiendo conmigo los versos de esta poesía increible, ayudándome a memorizarla para declamarla días mas tarde en las actividades de festejo del día de la madre en la escuela pública donde tuve la dicha de estudiar.

Aprendí tan bien estos versos que más que una poesía han representado para mí el ideal de hijo, de ser humano, de guatemalteco trabajador que aún sin renombre, a podido conocer al mundo y regresar a su lecho, a buscar su consejo o su consuelo.

Y a pesar de que no siempre he podido seguir esos ideales o he fallado a ellos, siempre encuentro sus brazos esperandome y veo en sus ojos el orgullo de haber forjado un hombre enteramente humano.

Madre, te bendigo porque supiste hacer
de tu hijo un hombre real y enteramente humano.
Él triunfará en la vida. Se marcha y es el caso
de hablar de su regreso. Cuando veas volver,
en un día de fiesta, un viador que en la mano
luzca preciosas joyas y haga notorios paso
y ademán -¿insolencia, dinero o buena suerte?-;
no salgas a su encuentro, puede no ser tu hijo.

Madre, si mirando el camino se acongoja tu alma
y tras la tapia asoma entonces un caminante
que trae gran renombre, espada poderosa,
ceñidas armaduras, en la frente la palma
de la victoria, y gesto de sigamos adelante,
por mucho que eso valga vale muy poca cosa
el poder de la espada, el oro y el renombre;
no salgas a su encuentro, puede no ser tu hijo.

Madre, si aspirando el aroma de una flor
en un día de otoño gris y meditabundo
oyes que alguien te llama y te dice: ¡Señora,
allá por el camino viene un gran señor
del brazo de su amada, conoce todo el mundo,
en la pupila clara trae la mar que añora
y en su copa de mieles un sabor de aventura!;
no salgas a su encuentro, puede no ser tu hijo.

Madre, si en el invierno, después de haber cenado,
estás junto al bracero pensando con desgano,
oídos a la lluvia que cae sobre el techo,
y en eso, puerta y viento... Es alguien que ha entrado
descubierta la frente y herramienta en la mano,
levántate a su encuentro porque tienes derecho
de abrazar a tu hijo, de quien hiciste un hombre
que vuelve de la vida con el jornal ganado.


Feliz día a todas las madres!
En especial a la mía que no espera flores ni regalos, sólo espera ver a sus hijos convertidos en hombres (y mujeres) de bien, y que seamos como seamos, está orgullosa de nosotros.